La iniciativa sobre crear una Clave Única de Registro de Población (CURP) con la fotografía de la persona y número de identidad, parece violentar la privacidad de los mexicanos y regresarle el “poder” de vigilancia masiva al gobierno federal. Analicemos el caso.
Si bien la CURP ha sido el primer documento digitalizado que es posible obtener de forma inmediata a partir de las páginas web gubernamentales, forma parte del conjunto de identificaciones con que contamos. Comenzando por la credencial para votar (con fotografía), el pasaporte, la licencia de conducir y las firmas electrónicas para el pago de impuestos. La diversidad de formas para acreditar la identidad ha causado un caos y fomenta la duplicidad de acciones.
No conformes con ello, se pretende que la nueva CURP tenga fotografía para convertirla en una manera más de identificación.
¿Qué es lo que sucede? Este conjunto de distintas identificaciones personales obedece a feudos de poder en la administración pública. El INE se ha apropiado de la identificación personal con la credencial para votar con suma eficiencia y ha probado ser una forma de identificación útil. Lo mismo sucede con el pasaporte emitido por la Secretaría de Relaciones Exteriores. Por su parte, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público tiene su propia identificación mediante la e-firma digital de los contribuyentes. ¿Por qué la Secretaría de Gobernación no debería tener una “propia”?
En términos de utilidad, las bases de datos de cada forma de identificación están dispersas en las distintas secretarías, lo cual duplica el gasto y los esfuerzos para mantenerlas actualizadas. Basta tener una identificación personal, única, que sea física y digital para cumplir el objetivo de acreditar la persona. De otra forma, parece mantenerse una lucha de poder artificial que no ayuda en nada a los ciudadanos y fomenta el dispendio de recursos.
Si el objetivo de la CURP con fotografía es el control político, la Secretaría de Gobernación sólo tiene que pedir el acceso a las bases de datos del INE o de Hacienda y con eso tendría control casi absoluto de los movimientos financieros y las actividades cotidianas de millones de mexicanos.
La única ventaja que le veo a la CURP con fotografía es para los niños y en especial para evitar el tráfico de personas. Actualmente, en aeropuertos y autobuses la identificación infantil “válida” es la credencial escolar y la CURP sin foto, donde se acreditan los apellidos de los padres. Dado que los infantes no pueden tener credencial de elector y muy pocos de ellos tienen pasaporte, una CURP que muestre sus rostros puede ayudar a determinar si son ellos o o están suplantada su identidad por otro infante.
Para que esto pudiera funcionar, la única manera es tener una base de datos actualizada en tiempo real, ya que los menores cambian su fisonomía conforme van creciendo. Esto sólo sería posible si los niños entregaran fotografías al inicio de cada ciclo escolar y fueran digitalizadas por la autoridad escolar para actualizar las fotos de su CURP. De otra forma, la Secretaría de Gobernación sólo podría tener las CURP con las que se registraron los menores.
La identificación digital es un activo clave tanto para acreditar la personalidad como para conducirse en un mundo digital, donde tanto las transacciones como los datos privados son la nueva mina de oro para generar riqueza. Por lo anterior, habrá que poner especial cuidado en cómo y por qué generarlas, más que duplicar esfuerzos y tirar el dinero público.
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El autor de la columna “Tecnogob”, Rodrigo Sandoval Almazán, es Profesor de Tiempo Completo SNI Nivel 2 de la Universidad Autónoma del Estado de México. Lo puede contactar en tecnogob@pm.me y en la cuenta de Threads @horus72.