Son cerca de las 4 de la tarde en el circuito de Mónaco de la Fórmula 1 y un final emocionante se cierne sobre la despejada tarde.
Contra todos los pronósticos, el piloto Lewis Hamilton acaba de perder la carrera, y con ella la posibilidad de consolidarse en la primera posición del ranking.
Su compañero de escudería, el alemán Nico Rosberg, ganó la competencia cuando todo indicaba que ésta iba a ser una victoria más para el británico, quien había logrado el mejor tiempo en la clasificación.
Cuando se desarrollaba el Gran Premio de Mónaco aquel 24 de mayo de 2015, un accidente en uno de los autos disparó las alarmas del equipo de Hamilton y llamó a éste a la zona de pits. Al reanudarse la competencia, Rosberg tomó el primer sitio y lo conservó hasta el final, mientras que Hamilton terminó en tercer lugar.
Pero más allá del enojo y la sensación de injusticia que habrá sentido Hamilton (así como la considerable suma de dinero perdida)
¿Qué fue lo que pasó?
Me parece ilustrativo usar la analogía entre el funcionamiento del tablero en un auto de carreras y un tablero de control en una empresa que monitorea indicadores estratégicos.
Y es que la alta competencia en la Fórmula 1 está basada en el aporte de la tecnología como elemento fundamental de diferenciación y predominio por sobre el resto de los competidores.
Más allá de la tecnología que desarrollan las escuderías en cuanto a la mecánica y electrónica propia de los automóviles y, por supuesto, la “mano del piloto”, existen ciertos avances tecnológicos fundamentales en cuanto a la telemetría de indicadores estratégicos en relación al desempeño de piezas claves y variables sensibles, las cuales pueden ser monitoreadas no sólo a través de un tablero visual en el propio automóvil, sino que en forma remota en los pits por la escudería, y en “tiempo real”.
Variables como las revoluciones del motor, la velocidad relativa del viento, el ajuste y funcionamiento del acelerador, la temperatura del motor y del aceite, la presión de los neumáticos en las cuatro ruedas, el ángulo de giro, etc., son monitoreadas y controladas en forma remota por el equipo de la escudería.
Regresando al ejemplo de Mónaco, el problema principal radicó en el hecho que, debido al accidente ocurrido, se decidió realizar un cambio de neumáticos en el auto de Hamilton y lo llamaron a la zona de pits, lo que generó que perdiera la primera posición que nunca pudo recuperar.
Este hecho, basado en una incorrecta desición acerca del cambio de cubiertas, generó el desenlace adverso y polémico, sobre todo después de las especulaciones acerca de que las mismas hubieran alcanzado para correr las 10 vueltas que le quedaban a la carrera y así finalizar en la primera posición.
Hoy sabemos que el malogrado final estuvo basado en decisiones incorrectas sobre la base de la información monitoreada por el tablero, o bien, no se monitorearon las variables correctas. El resultado lo sabemos todos.
Una herramienta de supervivencia
Aquí es donde podemos trazar paralelismos con la importancia del uso de los tableros de control en las organizaciones como herramienta de diferenciación estratégica y, más aún, de “supervivencia”.
Las competencias que “corremos” día a día en nuestra organización –como puede ser el objetivo de ventas, la rentabilidad del negocio, el índice de riesgo, el índice de cobrabilidad, y otros– se pueden “perder” por dos motivos principales:
- La ausencia de tableros que monitoreen los indicadores estratégicos de la empresa.
- Partiendo de tableros existentes, indicadores que tomen datos en forma errónea, o no actualizada, o umbrales de operación mal definidos.
La segunda alternativa es aún más negativa que la primera. Peor que no monitorear variables estratégicas es hacerlo, pero sobre la base de datos incorrectos.
La lección aprendida
Mediante la correcta implementación de un cuadro de mando integral buscamos herramientas que nos ayuden en el proceso de toma de decisiones, y para que las mismas sean de ayuda, deben estar basadas en información fidedigna, exacta y en tiempo real.
Una vez incorporada la dinámica del uso de los tableros estratégicos en el negocio, y siguiendo de cerca los indicadores que garantizan el cumplimiento del plan estratégico, estaremos afianzando aquellos valores (estratégicos) que refuercen las ventajas competitivas del negocio por sobre el de la competencia.
De esta forma, por ejemplo, se podrán monitorear en tiempo real aquellos indicadores representativos de la calidad de un producto o servicio. Asimismo, al desarrollar estrategias que se ejecuten conforme a dichos indicadores no sea el esperado, será posible marcar una brecha (diferenciación) con nuestros competidores, la cual acentuará a medida que logre cumplir las metas preestablecidas.
Podemos concluir que, con la ayuda de los tableros estratégicos, estaremos siguiendo de cerca las variables más importantes del negocio, pudiendo anticipar cualquier situación inesperada. De esta forma, podremos garantizar que al final de la carrera no exista otra posibilidad que la de terminar en primera posición.
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El autor de este artículo, Carlos Baldelli, es Gerente Comercial de Ecosistemas.