Hay dos ópticas para entender el impacto en el país de la administración que encabeza Andrés Manuel Lopéz Obrador: la de los mercados e inversionistas, y la opinión de las personas en general.
Por el lado de los mercados e inversionistas, podemos tomar como referencia las encuestas mensuales del Banco de México. Podemos utilizar la pregunta de si consideraban que era un buen momento para invertir, la cual se hizo en distintos meses, como un termómetro sobre cómo ha evolucionado el sentir de los inversionistas y asesores económicos respecto a la nueva administración.
Durante mayo de 2018, en el calor del debate electoral, el 55% de ellos comentaba que no lo era, lo cual resultaba común y se había observado algo similar en procesos electorales anteriores. Ante las inminentes elecciones y la contundente ventaja de AMLO, en junio del mismo año disminuyó a 43% la opinión negativa; en julio, la opinión negativa bajó al 41%, con base en el discurso de conciliación con el sector empresarial que dio el hoy mandatario al declararse ganador de las elecciones.
La tendencia se mostraba positiva, sobre todo con la conformación de un gabinete que prometía mantener los fundamentales de la economía estables, así como la autonomía del Banco de México.
Sin embargo, en octubre, con la decisión de cancelación del nuevo aeropuerto, se revirtió esta tendencia hacia un aumento de los negativos a la pregunta, llegando a 50%. Para enero de 2019, se ubicó en 47% la respuesta de no ver un buen clima para la inversión, un porcentaje muy alto cuando se esperaba ya una recuperación de la confianza.
La otra óptica es de total contraste, ya que, en las últimas encuestas, este gobierno cuenta con una popularidad de 86%, con una tendencia al alza.
Si bien se habla de incertidumbre, en mi opinión, este es un gobierno que ha dado una certidumbre absoluta. Esta administración ha estado llevando a cabo las acciones que planteó en campaña: reducción de salarios de la burocracia, eliminación de “privilegios”, cancelación del aeropuerto, rescate de Pemex, programas de becas, entre otros. No hay sorpresas, lo que sorprende es que muchos sectores de la sociedad esperan un cambio repentino en una agenda que tiene varios años conformándose y que hoy se convierte en programa de gobierno y política pública.
Ahora bien, en el ámbito económico, en el transcurso del primer año de las administraciones no se ejerce un presupuesto público grande y, en el caso de esta nueva administración, podría extenderse esto al segundo año: por un lado, por lo severo de los programas de austeridad y ajuste presupuestal y, por otro lado, por una curva de aprendizaje más marcada de los miembros de la nueva administración.
Con base en la información que hemos venido generando para la 14ª Cumbre de Gobierno y Tecnología 2019, a realizarse en el mes de junio, en IDC vemos diversas oportunidades que demandan la utilización de tecnología en la agenda de esta nueva administración, por ejemplo:
1. La reubicación geográfica de las secretarías y la búsqueda de organismos descentralizados traerán desafíos de comunicaciones, como la necesidad de colaboración remota, donde existirán oportunidades para fortalecer los contratos de servicios de TI actuales o generar nuevos, así como ajustes en los centros de procesamiento de datos, etc.
2. La restructuración de las secretarías con la subsecuente reducción de personal dejará como único camino la utilización de tecnología para mantener e incrementar el alcance de sus funciones con menor personal.
3. El planteamiento de centralización de las compras, por parte de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), mediante una plataforma tecnológica para disminuir la corrupción es una propuesta que abre la puerta al mercado de las TI, a pesar de que aún falta revisar dónde quedan los canales dentro de esa dinámica.
4. La decisión de AMLO de no invertir más en equipo de cómputo (por lo menos durante el primer año, también como medida para combatir la corrupción) impulsará el uso de servicios de TI alineados con la idea de austeridad, como ya sucedió en 2008, durante la administración de Felipe Calderón.
Ante este entorno, IDC pronostica que las TIC crezcan 2.13% hacia finales de este año, mientras que la economía crecerá entre 1.7% y 1.9%, pues el sector privado no puede operar ya sin tecnología y, por otro lado, el sector gobierno apunta al uso de tecnología para asegurar la eficiencia operacional de las dependencias públicas.
El autor de este artículo, Jorge Gómez, es Director de Soluciones Empresariales para IDC México, lo puede contactar en jgomez@idc.com