El fin de semana estuvo caracterizado por eventos caóticos e inesperados en OpenAI, la empresa matriz de ChatGPT y una de las startups más exitosas en la historia, que hace apenas unas semanas buscaba una valuación de alrededor de USD 86 mil millones en su última ronda de financiamiento.
El viernes 17 de noviembre, el Consejo de Administración decidió destituir al director ejecutivo (CEO) Sam Altman por razones vagas y degradar a otro miembro de la junta, Greg Brockman, quien posteriormente decidió irse. La decisión fue inesperada y se tomó sin discusión alguna con los accionistas clave, como lo demuestra el hecho de que Microsoft, que posee el 49% de las acciones pero no tiene representación en el Consejo de Administración, se opuso de inmediato a la destitución del CEO y solicitó a la junta que reconsiderara.
A pesar de la presión de inversionistas y muchos empleados clave, como la CEO interina y directora de tecnología Mira Murati, el Consejo no cambió de opinión. En su lugar, nombraron a Emmett Shear, fundador de Twitch, como el nuevo CEO.
El lunes, se dio a conocer la noticia de que Sam Altman, posiblemente junto con cientos de empleados, se unirá a Microsoft, donde crearán una nueva división. La razón para la ruptura entre Altman y la junta se relaciona con la dirección estratégica que OpenAI necesita tomar, con el primero presionando por el desarrollo de nuevos productos e innovación acelerada, mientras que el Consejo de Administración quería desacelerar el desarrollo y centrarse en la seguridad.
A medida que concluye la saga de dos días, la gran pregunta es: ¿cuáles son las implicaciones para la inteligencia artificial (IA) y las empresas involucradas? En primer lugar, estos eventos son un gran revés para OpenAI, cuya valuación ahora será considerablemente inferior a los USD 86 mil millones, dado que ha perdido muchos empleados clave y el apoyo incondicional de Microsoft. De hecho, Microsoft no solo es un importante accionista, sino que ha respaldado a OpenAI con sus centros de datos de última generación y recursos informáticos.
Aunque Microsoft todavía está legalmente obligado a proporcionar potencia informática a OpenAI, es probable que las capacidades adicionales, por encima de los términos acordados, se desvíen hacia su nuevo equipo interno dirigido por Altman.
En general, si bien Microsoft ha ganado al contratar talento en IA y ha mantenido su acceso a la propiedad intelectual de OpenIA, tendrá que gastar más para respaldar al equipo interno y defender su inversión en OpenAI. Vemos a las empresas de semiconductores como los ganadores netos inmediatos del gasto incremental en infraestructura de IA, a medida que los esfuerzos e inversiones en IA se multiplican.
Finalmente, los eventos del fin de semana muestran los riesgos de invertir en participaciones minoritarias de startups, ya que los inversionistas no tienen voz en las decisiones de gestión a pesar de sus grandes inversiones.
También destacan las tensiones entre desarrollar soluciones de IA seguras en comparación con lanzar nuevos productos para optimizar ganancias y el valor de una empresa. En general, mantenemos una postura constructiva sobre la historia estructural de nuestro subtema de Computación en la Nube y AI. Por lo tanto, los inversionistas existentes deben mantener sus posiciones, mientras que los nuevos deben aprovechar los contratiempos temporales para aumentar sus posiciones.
Luca Menozzi, Analista de Investigación de Next Generation, Julius Baer