Ha circulado abundantemente información cuantitativa sobre el número de internautas en México, tras la celebración del Día de Internet. Por ejemplo, la Asociación Mexicana de Internet (AMIPCI) destacó que al cierre de 2014 la contabilidad de estos alcanzó 53.9 millones, lo equivalente a que la penetración de Internet supera ya la mitad de la población (51%) mayor o igual a seis años.

En lo que toca a su dinámica reciente de crecimiento, se identifica una desaceleración, al reducirse su tasa promedio de 14.2% en los últimos siete años a 5.3% en 2014. ¿A qué es atribuible esta pérdida en dinamismo? Sin duda a que a pesar de los avances competitivos, el mercado aún no alcanza los niveles de precios y de competencia efectiva suficientes para hacer asequible el servicio de Internet para toda la población.

Ciertamente es una buena noticia haber rebasado la barrera numérica de la mitad de la población, cuya cobertura y poder adquisitivo les ha permitido conectarse regularmente a la red y gozar de sus beneficios.

Sin embargo, esa primera mitad podríamos considerarla la Fase (relativamente) Sencilla de la Conectividad.

En efecto, la segunda mitad de la población por conectar es una labor o Fase (más) Compleja, al carecer de cobertura, poder adquisitivo o habilidad digital (o todas las anteriores) para entrar en la aritmética de conectividad en nuestro país.

En ese segmento, el mercado y sus condiciones competitivas por sí mismos no han logrado posibilitar el acceso de dicha población a esos dispositivos, redes y servicios. Además, es improbable que a futuro lo logren, al menos no por sí solo. En consecuencia, conectar a la mitad faltante de mexicanos sólo puede resultar de un ejercicio de acción colectiva, es decir, la puesta en marcha de una estrategia de conectividad que involucre a industria, gobierno y academia y a toda la sociedad.

La adopción de Internet a plenitud por la sociedad será realizable como resultado del incesante avance tecnológico, de la política regulatoria en favor de la competencia efectiva, pero sobre todo del alcance y efectividad de los proyectos de política pública y social, como el Proyecto México Conectado y la Estrategia Digital Nacional (EDN).

El primero tiene por objetivo dotar de conectividad a sitios y espacios públicos como escuelas, centros de salud, bibliotecas, parques, entre otros, que a la fecha contabilizan 65 mil sitios públicos con acceso a Internet, con la meta puesta a que este año se cierre con 100 mil, para alcanzar en 2018 la plena conectividad en los 250 mil sitios y espacios públicos existentes en el país.

El segundo, la EDN, se constituye como el plan de política digital desde el gobierno federal, para hacer llegar las bondades de Internet a prácticamente todos los rincones del país. Entre sus ambiciosas metas se identifica que al llegar al 2018, al menos 70% de los hogares y 85% de las MiPyMEs a nivel nacional cuenten con acceso a Internet a una velocidad real para descarga de información de conformidad con el promedio registrado en los países miembros de la OCDE.

La implementación efectiva de estas acciones dará como resultado que el acceso a Internet sea incluyente en nuestro país en un menor tiempo del que tomó llegar a la primera mitad, esto es, desde que los usuarios a Internet alcanzaron el primer millón, hace poco más de 15 años. Por ello, es imperativo imprimir un sentido de urgencia para cerrar esa brecha de capacidades educativas, culturales, productivas y sociales de la mitad de mexicanos que hoy día continúan aún en condición de marginación digital o de conectividad.

– Ernesto Piedras, The Competitive Intelligence Unit