La educación está cambiando radicalmente: desde tiempos de la Grecia Antigua, cuando Platón y Aristoteles reunían a sus alumnos para educarlos, hasta Leonardo Da Vinci, un autodidacta, y posteriormente los educadores modernos que han aportado diversos métodos pedagógicos y hoy se aplican en muchas escuelas privadas, hasta la Nueva Escuela Mexicana que comienza a funcionar en México.
Sin embargo, las tecnologías de información y comunicación (TIC) están transformando la manera en que aprendemos y nos informamos.
El confinamiento de la pandemia forzó a maestros y escuelas a utilizar las clases en línea y con ello alterar más la forma tradicional de aprender. Hoy los niños y adolescentes “aprenden” de YouTube, TikTok, Google y cientos de sitios de Internet que los bombardean con todo tipo de información, mucha de la cual suponen incuestionable por el sólo hecho de aparecer en línea.
Este cambio educativo ha sido más veloz que los cambios en programas y maestros. Por ello, vale la pena hacer un alto y reflexionar sobre dos preguntas clave: ¿qué enseñar? y ¿cómo enseñarlo? Comencemos por la primera interrogante.
Uno de los beneficios de la educación del pasado, me refiero antes de Internet, era compartir información que no estaba disponible. Los libros, las enciclopedias, los diccionarios y por supuesto las clases nos llenaban de esa información básica e importante, pero ahora están disponibles en Internet ¿Qué enseñar de todo esto?
La enseñanza puede ir en dos direcciones: por un lado, enseñar conocimientos básicos indispensables que nos permitan entender ideas más amplias. Por ejemplo, no podemos entender la historia actual, si no sabemos de la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría y sus consecuencias. Lo mismo ocurre con los principios básicos de la física, o las operaciones básicas de las matemáticas.
Los conocimientos fundamentales, básicos deben aprenderse bien, con mucha claridad y sin generar confusiones.
Una segunda dirección será el enseñar habilidades para investigar, clasificar, discriminar y crear información. En un mundo lleno de datos, ideas, conocimientos e informaciones, es imprescindible desarrollar estas habilidades. Un niño no las aprende con sólo tener acceso a Internet, es innato buscar información mas no discriminar. ¿Cómo saber qué información es importante? ¿Cómo distinguir un dato crucial?
Esa capacidad de discriminación, de construcción de significados es vital en un mundo como el que vivimos. Sobre todo frente al reto de la inteligencia artificial que promete distraernos y confundirnos aún más.
Estas capacidades requieren sin lugar dudas de un entrenamiento, generar prácticas, proyectos, experiencias que permitan a los alumnos de cualquier nivel comprender la importancia de manejar la información para su beneficio. El desarrollo de estas habilidades permitirá que existan más Leonardos Da Vinci autodidactas, amantes del conocimiento y de la ciencia, pero sólo si desarrollan dichas habilidades.
En suma, tenemos un gran reto para las escuelas del futuro, que no son edificios fríos, o aulas llenas de bancos y pizarrones vacíos, sino centros del conocimiento, la discusión de nuevas ideas, la generación de soluciones y sobre todo la formación de mentes creativas, imaginativas y dispuestas a aportar mejores ideas. La próxima semana seguiré con el tema: ¿Cómo enseñar en estas escuelas del futuro?
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El autor de la columna “Tecnogob”, Rodrigo Sandoval Almazán, es Profesor de Tiempo Completo SNI Nivel 2 de la Universidad Autónoma del Estado de México. Lo puede contactar en tecnogob@pm.me y en la cuenta de Threads @horus72.