A pesar de los múltiples esfuerzos por cerrar la brecha de género y alcanzar la paridad de oportunidades en el ámbito laboral, persisten desigualdades significativas. Desde las diferencias salariales hasta la escasa representación femenina en puestos directivos, el camino hacia la equidad de género aún es largo.
En específico, el sector de la ingeniería ha sido históricamente dominado por hombres y aunque cada vez hay más mujeres en esta industria, todavía queda mucho por hacer para lograr una verdadera igualdad de oportunidades.
En México y Latinoamérica, los estereotipos de género tradicionalmente asignan a las mujeres la responsabilidad de las tareas domésticas y el cuidado de la familia, incluso también contribuyen económicamente al hogar. Estos estereotipos dificultan el reconocimiento del trabajo de las mujeres, limitando su participación en sectores mejor remunerados y perpetuando desigualdades económicas y sociales (WEF, 2024).
Por lo anterior, es crucial reconocer y desafiar estos estereotipos para romper con el techo de cristal que dificulta a las mujeres a tener acceso a mejores oportunidades laborales. La equidad de género no solo beneficia a las mujeres, sino que también impulsa el crecimiento económico y social al aprovechar todo el potencial de la fuerza laboral.
Para abordar estas discrepancias laborales e ideológicas, es necesario implementar iniciativas que fomenten la curiosidad temprana de niñas y jóvenes por las carreras STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas), en México en 2022 la matrícula de mujeres inscritas en estas carreras fue de 494 mil 753, contra 996 mil 519 hombres registrados. Es importante que esta curiosidad esté acompañada de mentorías, financiamientos y apoyo profesional a lo largo de su vida.
Difícil sí, imposible no. Para lograrlo, requerimos de un esfuerzo integral y un enfoque holístico que promueva la igualdad de género y la implementación de políticas inclusivas en las empresas, el sector público y la academia.
Esta transformación no sólo es de ideología o de valores, representa una apuesta económica inteligente. De acuerdo con un análisis del Banco Mundial, el Producto Interno Bruto (PIB) de México aumentaría al 22 por ciento si se les diera a ambos géneros el mismo acceso de educación y oportunidades de trabajo.
Recordemos que hemos avanzado mucho en la equidad y la igualdad. Mujeres muy capaces se han abierto camino en campos altamente especializados como el análisis de datos, la biomedicina o la inteligencia artificial. Ejemplos hay varios: Emily Roebling, primera ingeniera de campo y líder técnica del puente de Brooklyn; Helen August Blanchard, gran inventora de la era industrial; Kamilah Taylor, ingeniera de software senior en LinkedIn. Su trabajo ha aportado a la solución de problemas y al crecimiento económico de las organizaciones.
De hecho, algunas empresas integran a mujeres en sus equipos de ingeniería únicamente para cumplir con cuotas de género. Sin embargo, una auténtica estrategia de Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI) debe fomentar un ambiente de trabajo seguro donde todas las colaboradoras tengan acceso a redes de apoyo, capacitaciones continuas y piso parejo en salarios y crecimiento.
Sobre esta línea, erradicar los estereotipos, los sesgos inconscientes y el síndrome del impostor es crucial para crear una cultura corporativa inclusiva y que ésta permee desde la dirección general hacia todos los niveles organizacionales. La implementación de acciones como la flexibilidad laboral, el apoyo a la maternidad y paternidad, procesos de selección y ascensos sin preferencias, son esenciales para crear entornos laborales inclusivos.
La igualdad de género no sólo es una cuestión de justicia social, sino también un motor para la innovación y el desarrollo económico. Necesitamos un compromiso firme y decidido de todos los actores sociales para romper las barreras que impiden a las mujeres alcanzar su pleno potencial.
Sólo mediante un esfuerzo conjunto y sostenido podremos transformar verdaderamente nuestra sociedad y crear un mundo en el que la igualdad de género sea la norma, no la excepción.
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La autora de este artículo, Ana Morales, cuenta con más de 15 años de experiencia liderando equipos de infraestructura de redes. Ha colaborado con empresas como Henkel y Xcaret, donde definió y supervisó la estrategia de redes. Actualmente, es responsable del área de redes y comunicaciones unificadas en KTSA (KPMG Technology Services Americas).