El 20% de los títulos en ingeniería se otorgan a mujeres, aunque sólo el 13% de ellas representa masa laboral en ingeniería. Un nuevo estudio reveló que las dinámicas negativas durante la formación hacen menos atractiva la profesión para las mujeres.
Mucho se ha investigado sobre las causas que llevan a las estudiantes de ingeniería a abandonar la profesión antes que sus colegas masculinos. Un reciente estudio realizado con fondos de la National Science Foundation y llevado a cabo por Susan Silbey, como autora principal, Carroll Seron, profesor de la Universidad de California en Irvine, Erin Cech, profesor asistente en la Universidad de Michigan y Brian Rubineau, profesor asociado en la Universidad McGill, aportó una nueva visión para esta tendencia. Según su investigación, las mujeres tienden a experimentar dinámicas negativas durante los proyectos de trabajo en equipo, lo que podría llevar a que la profesión fuera menos atractiva para ellas.
El estudio Persistence is Cultural: Professional Socialization and the Reproduction of Sex Segregation publicado en la publicación Work and Occupations, ha mostrado que las mujeres suelen sentirse marginadas en diferentes aspectos de su experiencia laboral como las prácticas o las actividades de trabajo de verano. Según los investigadores, en estos casos, se tienden generar más oportunidades para los hombres en las tareas más complicadas, mientras que a las mujeres se les suelen dejar tareas más sencillas o rutinarias.
Susan Silbey y Ana Goldberg, profesora de Filosofía, Sociología y Antropología en el MIT han sido las coautoras de un artículo en el que se detalla el estudio, que remarca que las mujeres que han desarrollado altas expectativas para su profesión- esperando para tener un impacto social positivo como ingenieros -, acaban desilusionándose ante estas perspectivas. Un problema que para Silbey es “un fenómeno cultural”.
Según datos aportados por el MIT, el 20% de los títulos universitarios de ingeniería son obtenidos por mujeres, aunque sólo el 13% forman parte de la masa laboral de ingeniería tras acabar los estudios. Entre las causas que se han apuntado en estudios anteriores para esta tendencia se encontraban la falta de tutoría para las mujeres en este campo, la falta de confianza para las ingenieras o las demandas de las mujeres de mantener el equilibro en entre la vida laboral y familiares. El nuevo estudio aún incluye un nuevo factor: las estudiantes de ingeniería se ven afectadas negativamente en diferentes momentos de su etapa educativa, especialmente en actividades basadas en equipos fuera del aula.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores se basaron en las opiniones de 40 estudiantes de ingeniería de cuatro instituciones distintas de Massachussets: el MIT, el Franklin W. Olin College of Engineering, el Smith College, y la Universidad de Massachusetts en Amhers. Los estudiantes se comprometieron a escribir dos entradas mensuales y finalmente los investigadores contaron con hasta 3.000 entradas que analizaron para el estudio.
En general, los investigadores se encontraron con muchas entradas que hacían referencia a este problema, en el que los roles masculinos emergían en los trabajos en equipo, relegando a sus compañeras femeninas a tareas menos motivadoras. Mientras que para las mujeres la experiencia de sus primeros encuentros colaborativos reafirma los estereotipos de género, sus compañeros masculinos valoraban las experiencias en prácticas de verano como positivas.
Los investigadores, han llamado a esta experiencia “socialización anticipada”. Según el estudio, la mayoría de las mujeres esperan que la ingeniería sea una profesión “socialmente responsable” y que suponga un impacto positivo en las personas, pero estas dinámicas de grupo negativas hacen que las mujeres se planteen si realmente la ingeniería tiene un compromiso con una agenda social y si existen otras profesiones mejores para este fin.
Del estudio se desprende por tanto que las causas de estas diferencias de género en ingeniería no se encuentran sólo en el aula, sino que tienen raíces más profundas. Silbey incluso considera en su investigación que “el entorno de la enseñanza, en su mayor parte, es exitoso”.
Para intentar paliar esta situación, los investigadores proponen que las instituciones desarrollen seminarios prácticos dirigidos, en el que se analizaran en profundidad las experiencias de los estudiantes para ayudar a comprender los problemas a los que se enfrentan las mujeres.
-IDG.es