El cibercrimen en América Latina y el Caribe sigue creciendo. Para 2025, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) prevé que el costo anual de los ataques cibernéticos en la región esté por encima de los 90 millones de dólares, cerca de 18,5 millones de ataques anuales. La media del aumento en ciberataques para Latinoamérica es de un 25% cada año, algo alarmante frente al 21% global a lo largo de la última década, según lo reportó el Banco Mundial.
La urgencia de muchas compañías de blindarse ante los ataques puede ser prioritaria, pero hacerlo correctamente depende, más bien, de estructurar una estrategia que sepa aprovechar las brechas, que —según explican los expertos de EPAM Systems Inc.— son inevitables y hasta necesarias para fortalecer las defensas.
Como lo explican en una reciente publicación, aceptar la posibilidad del ataque es el primer paso hacia una estrategia de ciberseguridad basada en procesos repetibles, detección continua de amenazas y control del «radio de explosión» de los incidentes. Este enfoque prioriza la contención del daño, la recuperación ágil y la transformación organizacional constante, y hacerlo alineados a una estrategia puede ser la mejor opción.
Seis consejos clave para una ciberseguridad sostenible
Para enfrentar un panorama digital cada vez más complejo, es fundamental adoptar un enfoque estratégico que no dependa de la ilusión de una seguridad perfecta, sino de la capacidad de anticiparse, contener y recuperarse de posibles incidentes. El equipo de EPAM sugiere algunas prácticas clave para fortalecer las defensas empresariales y reducir el impacto de las brechas de seguridad.
- Autenticación multifactor (MFA): Agregar una capa adicional de verificación –como códigos enviados al celular o autenticación biométrica– es esencial, especialmente para empleados remotos o terceros que acceden a la red interna. La MFA reduce significativamente el riesgo de accesos no autorizados.
- Arquitectura Zero Trust (ZTA): A diferencia de los esquemas tradicionales, que confiaban en todo lo que estaba dentro del firewall, el modelo Zero Trust asume que ningún usuario es confiable por defecto. Esto implica rotación constante de contraseñas, evaluación continua de accesos y la revocación inmediata de credenciales cuando un colaborador deja la empresa.
- Conectividad de extremo a extremo: Con el crecimiento de la tecnología conectada, proteger los puntos de entrada –como laptops, móviles o Wi-Fi– es fundamental. El acceso a redes públicas sin capas de seguridad adicionales debe evitarse, y es vital establecer controles sobre todos los dispositivos que interactúan con los sistemas empresariales.
- Inventario y clasificación de datos: Conocer qué datos se poseen, su valor y su nivel de sensibilidad permite priorizar esfuerzos de protección. Clasificar la información según su criticidad y mantener registros de acceso ayuda a detectar accesos no autorizados y mitigar impactos durante una brecha.
- Segmentación de redes: Separar elementos de red permite aislar rápidamente una intrusión y reducir el movimiento lateral de los atacantes. Esta práctica ayuda a contener amenazas como el malware y facilita una respuesta más efectiva.
- Plan de respuesta a incidentes: Contar con un plan estructurado para detectar, contener y restaurar los sistemas afectados es crucial. Este debe incluir rutas de escalamiento, registro de evidencias, notificaciones a la alta dirección y un rol claro para cada miembro del equipo, más allá del área de ciberseguridad.
Fortalecer la postura de ciberseguridad es un reto continuo
El manejo del riesgo digital es un proceso dinámico. Las amenazas evolucionan constantemente, por lo que las organizaciones necesitan aliados estratégicos que les permitan ejecutar pruebas, mejorar sus respuestas y detectar vulnerabilidades antes de que sean explotadas. En este contexto, la resiliencia se convierte en un factor clave para la continuidad operativa y la competitividad.
Además, fortalecer la ciberseguridad no es solo una cuestión tecnológica, sino también cultural. Involucrar a toda la organización, desde la alta dirección hasta cada empleado, en prácticas de seguridad repetibles y conscientes es vital para reducir los errores humanos, que siguen siendo uno de los principales vectores de ataque. La transformación digital segura no se construye en silos: requiere colaboración, formación continua y visión de largo plazo.