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Una protesta inútil contra la Economía de las Aplicaciones: el caso Uber

Ahora que veo las recientes protestas contra Uber en París y en algunos países de Latinoamérica, me acuerdo de las protestas del siglo 19 que surgieron en Inglaterra contra el nuevo “carruaje sin caballos”.

En ese entonces, las empresas de carros con tracción equina, molestos por la comodidad y la velocidad que ofrecía el viaje mecanizado, presionaron al gobierno británico para introducir con éxito la legislación titulada Ley de la Bandera Roja (The Red Flag Act). Como resultado, se requería a los conductores de vehículos autopropulsados tener a una persona caminando delante del vehículo con una bandera roja.

uber-bandera-rojaLa ley puso límites de velocidad estrictos a los predecesores del automóvil para evitar la competencia con los carruajes. En esencia, el acto intentó forzar las nuevas máquinas a moverse más lentamente que los caballos.

Actualmente, aquel episodio es apenas recordado, y es un claro recordatorio de la resistencia equivocada ─a menudo en forma de regulación─ que acompaña el progreso tecnológico.

Pero no es el único caso

La historia está repleta de ejemplos sobre la resistencia a los cambios tecnológicos. Algunos afirmaban que el arado de hierro era veneno para los cultivos. Se suponía que la locomotora de vapor era una especie de “plaga” en medio de un paisaje maravilloso con una tecnología no fiable. De hecho, los escépticos predijeron que la locomotora “The Rocket” (El Cohete) creada por George Stephenson jamás comenzaría su recorrido entre Liverpool y Manchester. Sin embargo, cuando ya estuvo en camino, dijeron que nunca pararía.

El ejemplo más infame de la rebelión contra la tecnología fue el Levantamiento de Luditte, iniciado por los trabajadores textiles y artesanos especializados de Inglaterra en 1811. Los integrantes de este gremio tenían miedo de perder sus puestos de trabajo en los telares y en las máquinas de hilar mecanizadas de la Revolución Industrial. Fue básicamente una rebelión contra la eficiencia y fracasó en su intento de poner fin a la omnipresencia de las telas hechas a máquina.

uber-choferUber surgió por una necesidad

Dos siglos más tarde, vemos las solicitudes a los gobiernos para declarar la ilegalidad de Uber. La molestia potencial que Uber es para el negocio de los taxis en todo el mundo es evidente.

Hay razones para solidarizarnos con los conductores ─muchos de los cuales han pagado altas tasas para asegurar la licencia de sus taxis─, pero es difícil detener cualquier tecnología que hace las cosas más fáciles y económicas al cliente.

Uber creció porque era muy difícil encontrar taxis en San Francisco. Menos de 10 años después, la compañía ha llegado a 58 países y está valorada en 50 mil millones de dólares.

Estamos viviendo en la “Economía de las Aplicaciones”, donde los avances en el software están redefiniendo los modelos de negocios existentes. Otro ejemplo exitoso es el Airbnb, que utiliza la tecnología para conectar cientos de propietarios de vivienda con espacio de sobra y el deseo de ganar dinero extra con los turistas de todo el mundo.

Hoy en día, la Economía de las Aplicaciones está creciendo más rápido de lo que podríamos medir. El recuento final mostró que hay 1.5 millones de aplicaciones disponibles para los usuarios de Android en Google Play, y 1.4 millones en el App Store de Apple. En el año pasado, los desarrolladores de aplicaciones han ganado más dinero que toda la industria de cine en Hollywood.

¿Se puede detener el avance tecnológico?

Una encuesta reciente que realizamos con Oxford Economics muestra que la mayoría de las empresas está aumentando sus inversiones en nuevas formas de software. De este total, el 43 % dicen que en la actualidad el software es responsable de su ventaja competitiva, mientras que el 80% creen que aumentará su ventaja competitiva en los próximos tres años.

Tres años es mucho tiempo en una nueva economía que cambia rápidamente. Las empresas europeas innovadoras como HouseTrip ya están empezando a molestar a Airbnb. Ellos acaban de recibir más de 200 millones de dólares en financiamiento. Ahora es el turno de quienes “molestaban por sentirse molestados”.

Sin embargo, hacer este tipo de negocios ilegales no detendrá el avance tecnológico. Imponer límites a los carruajes sin caballos en el siglo 19 en Inglaterra no pudo mantener el caballo como el medio más común de transporte.

A veces, los movimientos de regulación por parte del gobierno pueden ayudar a las empresas, como ocurrió cuando el gobierno de Estados Unidos puso fin al monopolio de AT&T. Esto aumentó la competencia y aceleró directamente a la innovación estadounidense en tecnología de la información. Por el contrario, bloquear la competencia mediante acciones reguladoras es proteccionismo.

Hoy los gobiernos modernos permiten a sus ciudadanos renovar sus licencias de conducir y pasaportes y pagar los impuestos en línea. Encuestas muestran que hay un gran potencial para administrar y con ello mejorar la salud de los ciudadanos e incluso gestionar las elecciones utilizando una aplicación. ¿Por qué sucede esto? Porque ya estamos inmersos en este nuevo mundo donde los consumidores deciden cómo quieren interactuar con las empresas, y no al revés.

El consumidor es quien manda

Los smartphones, Google y Facebook han cambiado nuestras expectativas sobre la tecnología. Hoy planeamos y reservamos nuestros viajes en línea. En las grandes ciudades la gente pide comida en línea. La idea de que las empresas están imponiendo estos nuevos modelos de negocio para los consumidores incautos no es cierta.

En la actualidad, el “jefe” es el consumidor y los consumidores permiten a las empresas crear el mundo digital en el que queremos vivir. Cada vez más, ellos controlan el mundo a su alcance desde sus dispositivos móviles.

Para los gobiernos inteligentes, es el momento de mirar hacia adelante, abrazar la nueva economía y activarla con la seguridad de que tenemos las habilidades para construirla y conducirla.

La Unión Europea prevé una escasez de 900 mil profesionales de tecnología de la información en Europa para el año 2020. Ahora, las competencias digitales son fundamentales para la infraestructura nacional. Los gobiernos deben actuar hoy para desarrollar programas que incrementen el potencial de creación de valor que la economía de las aplicaciones tiene que ofrecer.

En 1900, la Ley de la Bandera Roja fue derogada y se inició la revolución del automóvil. Hoy en día no podemos imaginar un mundo sin autos. De manera similar o no, este es un caso que se repite con cada tecnología exitosa.

La historia del progreso humano muestra que la resistencia a las nuevas tecnologías que generan crecimiento y eficiencia económicos es invariablemente inútil.

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El autor de este artículo, Michael P Gregoire, es CEO de CA Technologies

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José Luis Becerra Pozas
José Luis Becerra Pozashttps://iworld.com.mx
Es Editor de CIO Ediworld México. Contáctalo en jbecerra@ediworld.com.mx o en el twitter @CIOMexico.

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