Una de las claras tendencias es Internet de las Cosas. Ésta conlleva numerosos beneficios pero también peligros. Electrodomésticos conectados. A principios de año, un refrigerador inteligente fue identificado como el origen de una campaña de spam vía correo electrónico. Esto es sólo un ejemplo del futuro que afrontamos, a medida que conectamos a millones de dispositivos inseguros.
¿Alguien se ha preguntado qué riesgos podemos correr en una casa donde casi todos los electrodomésticos están conectados y pueden ser monitoreados de forma remota? Un ladrón que se cuele en los sistemas inteligentes de nuestro hogar podría saber si hemos utilizado el gas, el agua o el mismo refrigerador en la última semana y detectar cuándo no hay nadie en casa. Según Cisco, los gusanos, troyanos y botnets que una vez atacaron a equipos PC y dispositivos móviles, podrían infectar también el sistema de seguridad o videovigilancia de cualquier hogar.
De hecho, ya ha surgido una nueva generación pirata, los llamados “script kiddie”, inexpertos que irrumpen en los sistemas sin una base firme de conocimiento. Se trata de “piratillas” que más que hacer daño o buscar recompensa, simplemente atacan sistemas, porque pueden.
Es más, expertos apuntan a que ya existe una legión de hackers profesionales y desarrolladores de malware que podría obtener mayor lucro de este futuro universo doméstico conectado. Incluso sabotear instalaciones y sistemas críticos. La red eléctrica, oleoductos en todo el mundo, plantas de energía nuclear o sistemas ferroviarios estarían en peligro.
El cloud
Dejando el Internet de las cosas, el cloud computing también puede suponer una amenaza.
Los servicios de almacenamiento en la nube, tipo Dropbox, también servirán de puerta de entrada del malware. Concretamente, se esperan ataques cuyo objetivo no sea sólo el robo de información personal de los usuarios, sino la infección de sus computadoras, con el propósito de asaltar redes corporativas cuando el usuario opere en un entorno empresarial.
En relación con lo anterior, los cibercriminales utilizarán cada vez más la tecnología cloud para ocultar sus agresiones, realizar ataques o descargar malware en equipos infectados. Ya se han podido ver ejemplos de determinados troyanos bancarios, en los que el propio código malicioso se completaba dinámicamente desde la nube en el momento del ataque.