En México, solo el 28% de las personas egresadas de carreras de ingeniería son mujeres, y menos del 17% de la fuerza laboral en ciberseguridad está compuesta por ellas. Aunque estas cifras han mejorado con el tiempo, aún reflejan el largo camino que tenemos por recorrer en términos de equidad. Y si bien los números ofrecen una radiografía general, detrás de cada porcentaje hay historias que merecen ser contadas. Esta es una de ellas.
Hoy soy Veronica Targiano, Principal Solutions Engineer en F5, una empresa global comprometida con fomentar la inclusión, la diversidad y la equidad de género, donde me desarrollo profesionalmente como mujer en tecnología. Pero mi historia comenzó lejos de los centros tecnológicos y los grandes corporativos.
Nací en un pequeño pueblo argentino, escondido entre los paisajes de la Pampa Húmeda, cuyo nombre –curiosamente o no– es El Luchador, perteneciente al municipio de Benito Juárez. En mi infancia, la electricidad llegaba solo por unas horas al día. Ver televisión era un lujo que dependía de la energía disponible a partir de las seis de la tarde. En ese entorno rural, sin las distracciones del mundo moderno, crecí en contacto con una naturaleza que me ofrecía una profunda sensación de libertad. Fue allí donde empezó mi historia, donde forjé mi carácter, tomé mis primeras decisiones importantes y donde nació mi vocación por la tecnología.
Hace 25 años, cuando inicié mi carrera en este sector, el panorama para una mujer en ingeniería era muy distinto. Hoy se habla más de equidad, pero en ese entonces, abrirse paso era casi una cuestión de supervivencia. He vivido la transformación digital desde sus inicios, desde las computadoras con disquetes de 5¼ hasta la virtualización, la automatización, la inteligencia artificial y la ciberseguridad en la nube. Mi recorrido profesional me llevó desde las capitales de Argentina y México hasta lugares clave de la industria tecnológica en América Latina.
Han sido más de dos décadas de desafíos, aprendizajes y crecimiento personal. Porque ser mujer en tecnología no es solo enfrentarse a barreras externas, sino también a las internas: la maternidad, los cambios hormonales, las exigencias laborales, la presión social. Y a pesar de todo, seguimos adelante. Avanzamos con fuerza, intuición, resiliencia y una increíble capacidad para adaptarnos. Aprendemos de los errores, recogemos enseñanzas en cada caída, y seguimos.
En este camino, he conocido a mujeres que admiro profundamente: madres solteras ingenieras, investigadoras incansables, docentes comprometidas, líderes de empresas, todas ellas equilibrando su trabajo profesional con tareas domésticas, familiares y personales. Muchas de ellas han enfrentado injusticias, dudas o agresiones solo por el hecho de ser mujeres en un ámbito históricamente dominado por hombres. Y aún así, han persistido.
F5 me ha permitido ser parte de equipos inclusivos donde mi voz siempre ha sido escuchada, donde la diversidad no solo se reconoce, sino que se impulsa activamente. Estoy convencida de que cuanto más diversos sean los equipos, mayor será su capacidad de innovación y éxito. La equidad no es solo un ideal, es una práctica diaria que debe traducirse en oportunidades, salarios justos, respeto y representación en todos los niveles.
A las nuevas generaciones de mujeres en tecnología les digo: elijan su camino, disfrútenlo, háganlo con pasión y sin miedo. No será siempre fácil, pero los momentos difíciles son los que más enseñan. Permanezcan activas, actualizadas, vivas en su carrera. No renuncien a sus sueños. Al final del día, lo que cuenta es mirar atrás con orgullo por todo lo recorrido, aprendido y superado.
Despierten cada día con la convicción de que están dando lo mejor de sí. Que su camino tiene sentido. Que su historia —como la mía— puede inspirar a muchas más.
-Veronica Targiano, Principal Solutions Engineer en F5