Hace unos días, mientras caminaba rumbo a mi café matutino, tuve una idea para mejorar un proyecto personal en el que estoy explorando las posibilidades de la inteligencia artificial (IA). Tomé mi celular, la escribí rápidamente y seguí con mi ritual del día. Para mi sorpresa, al volver a mi escritorio el agente de IA que había configurado ya había creado un pull request con la implementación completa. Había entendido mis notas, el contexto del proyecto y lo había transformado en una solución funcional.
¿Sentí miedo? Para nada. Sentí poder.
Ese episodio resume lo que está ocurriendo en el mundo del desarrollo de software: la IA no nos está reemplazando, nos está convirtiendo en superdesarrolladores.
De escribir código a comunicar intenciones
Durante años nos convencimos de que lo más valioso era dominar la sintaxis, frameworks y lenguajes de programación. Hoy la verdadera habilidad es otra: comunicar con claridad qué queremos construir y por qué.
Sean Grove, de OpenAI, lo define así: “En el futuro cercano, la persona que comunica más efectivamente será el programador más valioso”. El código se está volviendo secundario; lo esencial es la arquitectura, la visión y la precisión de nuestras especificaciones.
La velocidad como superpoder
Andrew Ng, uno de los grandes referentes en IA, afirma que los agentes no nos hacen 50% más rápidos escribiendo código, sino 10 veces más veloces prototipando ideas. El código se ha vuelto barato y desechable; lo valioso es la dirección que le damos.
Esto incluso está transformando la dinámica de los equipos: ya no se necesitan más programadores, sino más product managers capaces de decidir qué construir.
Lo que nos hace valiosos, mantenernos humanos
Ser “superdesarrollador” en este nuevo contexto no significa escribir más líneas de código, sino potenciar nuestras verdaderas fortalezas:
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Pensar críticamente sobre problemas complejos.
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Entender las necesidades del negocio.
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Comunicar de forma precisa con humanos y máquinas.
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Revisar y garantizar calidad en cada entrega.
En pocas palabras: evolucionar de codificadores a arquitectos de intención.
El futuro ya está aquí
La narrativa del miedo a la sustitución se equivoca. Lo que estamos viendo es una promoción: los desarrolladores dejamos de ser ejecutores de sintaxis para convertirnos en diseñadores de sistemas, estrategas de producto y comunicadores técnicos.
El futuro no es humanos versus máquinas, sino humanos con máquinas, creando juntos a la velocidad del pensamiento.
La pregunta que queda en el aire es: ¿estamos listos para dejar de ser solo programadores y asumir el rol de directores de orquesta del código?
Por Carlos Mattos – Chief Technology Officer GFT México y Spanish Speaking Countries
