Las elecciones intermedias en el gobierno de Estados Unidos se definen en las redes sociales. La gran cantidad de desinformación que circula a través de Facebook, Instagram, Twitter, TikTok entre los candidatos al congreso estadounidense será determinante para decidir quién los gobernará.
Las plataformas de redes sociales se han convertido en el centro del debate público. Además de complementar los medios de comunicación tradicionales, las redes digitales han creado sus propios círculos de poder, sus propias islas ideológicas, sus islas de poder.
En este archipiélago de contenidos, posturas e ideologías, los ciudadanos se confunden: ¿A quién escuchar? ¿Quién tiene la verdad? Los candidatos están ubicados en dos posiciones: los republicanos insisten que la elección de Joe Biden fue un fraude, poniendo en riesgo la estabilidad democrática en la cual se sustenta este país. Los demócratas alertan sobre el riesgo para la democracia al votar por los candidatos de Trump, quienes desconfían del sistema electoral. ¿Quién tiene la razón?
Esta polarización ha dividido a Estados Unidos. Su mayor expresión la vemos en los posts de Facebook, los videos de TikTok, los mensajes de Twitter. ¿Cómo entender este fenómeno que vincula la tecnología con la política? Le propongo algunas pistas que sirvan para ello.
La primera pista es entender la dinámica en que ha caído la democracia estadounidense. Tradicionalmente el debate público ocurría en los medios de comunicación: prensa escrita, televisión y radio. Difundían los debates y las posturas ideológicas de cada parte. Hoy en día el debate público sigue pasando en los medios tradicionales, pero se ha sumado otro medio más: las redes sociales.
La gran cantidad de intermediarios donde ocurre el debate hace casi imposible seguirlos a todos. Por ello es que los ciudadanos eligen uno o dos. Confían en su medio de comunicación tradicional, el periódico que leen, la estación de televisión o de radio que miran o escuchan y una red social: Facebook, Twitter, TikTok, YouTube. Sobre esto construyen su opinión. No se informan más porque no tienen tiempo para ello.
La segunda pista es entender que los electores se encuentran en sus “islas personales o familiares” de información. Para llegar a ellos se requieren otros métodos diferentes. No basta segmentar en hombres, mujeres casadas, jóvenes estudiantes… etc. Es necesario “tender puentes” entre ellos y otros caminos de información. Por ejemplo, llegar a través de sus pasatiempos, otras amistades, círculos diferentes de medios. Basar la estrategia en la ideología está destinado al fracaso; no cambiarán su postura porque viven en ella, reciben información de sus propias redes: el algoritmo de las redes digitales alimenta la polarización.
La tercera y última pista es la transformación de hacer política basada en los medios de comunicación. Al parecer las redes digitales nos han forzado a cambiar hábitos y costumbres políticas. Un mitin sin una etiqueta o hashtag no parece ser muy útil. Un mitin sin un candidato que envía una imagen o un video en TikTok tiene mayor impacto. Las reglas de promoción política están cambiando. Lo deben entender los candidatos, los estrategas de comunicación política y también los votantes. ¿Hacia dónde se dirige la democracia usando la tecnología? ¿Cuál será el futuro de la democracia? Son preguntas que debemos hacernos para garantizar nuestra libertad.
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El autor de la columna “Tecnogob”, Rodrigo Sandoval Almazán, es Profesor de Tiempo Completo SNI Nivel 2 de la Universidad Autónoma del Estado de México. Lo puede contactar en tecnogob@pm.me y en la cuenta de Twitter @horus72.