El 10 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental, una iniciativa impulsada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para sensibilizar sobre la importancia de atender los trastornos mentales y promover entornos laborales saludables. Este llamado cobra especial relevancia en México, donde el 75% de los trabajadores experimenta estrés laboral, superando a países como China (73%) y Estados Unidos (59%), de acuerdo con el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). En un contexto donde más del 60% de las personas con empleo dedica la mayor parte de su tiempo al trabajo, atender la salud mental en el ámbito laboral se ha convertido en una prioridad urgente.
A diferencia de otros sectores, en el ámbito de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) el desafío es aún mayor. El trabajo remoto, los proyectos globales y la comunicación digital constante han difuminado las fronteras entre el horario laboral y el descanso personal. De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), más del 40% de los profesionales en tecnología experimenta altos niveles de estrés debido a jornadas extensas, metas exigentes y la constante necesidad de actualización técnica. Esta presión se intensifica con la expectativa de disponibilidad permanente y la velocidad del cambio tecnológico, convirtiendo al sector TIC en uno de los más vulnerables en términos de salud mental laboral.
“Estas cifras no son solo estadísticas, son una señal de alarma que exige acción inmediata por parte de las organizaciones”, advirtió Sonia Durán, gerente de Capital Humano de Ecosistemas Global. “En el sector TIC vivimos una paradoja: las herramientas que nos conectan con el mundo también nos desconectan de nosotros mismos. La carga de trabajo implacable, la cultura de la inmediatez y esa sensación de estar siempre ‘disponibles’ crean una olla de presión que, sin las estrategias adecuadas, termina por consumir a los colaboradores. El resultado es previsible: desmotivación, agotamiento extremo y, en el peor de los casos, burnout”.
Ante esta problemática, México ha dado pasos importantes en materia regulatoria. La Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) reconoce el estrés laboral y sus consecuencias como un problema de salud pública a través de la NOM-035-STPS-2018, una normativa que obliga a las empresas a identificar, analizar y prevenir factores de riesgo psicosocial. Entre estos factores se encuentran precisamente los más comunes en el sector TIC: la sobrecarga de trabajo, la falta de reconocimiento, las jornadas extenuantes y el desequilibrio entre vida personal y profesional.
En línea con los esfuerzos por fortalecer la salud mental y física en el trabajo, la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) actualizó la Tabla de Enfermedades Laborales, publicada en el Diario Oficial de la Federación. Esta nueva versión incluye 88 padecimientos adicionales, alineados con la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11) de la Organización Mundial de la Salud (OMS), reflejando una visión más integral y moderna del bienestar laboral.
Entre los cambios más relevantes destacan:
• Trastornos mentales: por primera vez se reconocen enfermedades como estrés laboral, ansiedad, depresión e insomnio.
• Enfermedades específicas en mujeres: se incorporan padecimientos como endometriosis y pérdida del embarazo vinculados con factores laborales.
• Cánceres de origen ocupacional: se amplía la lista de tipos reconocidos oficialmente.
Esta actualización representa un avance significativo en la protección de los trabajadores, al reconocer la salud mental y reproductiva como componentes esenciales del bienestar laboral y de la productividad sostenible.
En este sentido, Sonia Durán destacó que la salud mental no debe verse como un tema individual, sino como una responsabilidad compartida entre colaboradores y líderes. “Las empresas debemos ofrecer espacios donde las personas se sientan seguras para hablar de cómo se sienten, y donde exista apertura para ajustar cargas o tiempos cuando sea necesario. La empatía del liderazgo es fundamental para detectar las señales tempranas de agotamiento”, agregó.
Sin embargo, cumplir con la norma es solo el primer paso. Las consecuencias de no atender la salud mental van mucho más allá del cumplimiento regulatorio: tienen un impacto económico considerable. De acuerdo con estimaciones de la OMS, el estrés y la mala salud mental pueden representar pérdidas de hasta 16 mil millones de pesos anuales en México, derivadas del ausentismo, la rotación de personal y la baja productividad. “La prevención no es un gasto, es una inversión estratégica”, enfatizó Durán.
Añadió: “reducir estos costos comienza con acciones concretas y sostenidas: establecer políticas claras de desconexión digital, implementar programas de apoyo psicológico accesibles, ofrecer esquemas de trabajo flexible y, fundamentalmente, capacitar a los líderes en inteligencia emocional. Un jefe que no sabe escuchar o reconocer señales de agotamiento puede ser tan tóxico como la carga de trabajo misma”.
“La tecnología puede ser una gran aliada en este proceso”, señaló. “Hoy contamos con herramientas que permiten monitorear el clima organizacional y detectar de forma temprana posibles focos de estrés. El reto está en usar esos datos con propósito humano: no solo medir, sino actuar”.
La transformación digital ha puesto al talento humano en el centro de la competitividad empresarial, y con ello, la salud mental se perfila como el nuevo diferenciador estratégico. Las organizaciones tecnológicas que priorizan el bienestar integral de sus colaboradores cumplen con una obligación ética y legal, además construyen una ventaja competitiva sostenible.
“Las empresas que invierten genuinamente en la salud mental de su talento obtienen resultados tangibles: reducen hasta un 40% la rotación de personal, disminuyen el ausentismo y, lo más importante, crean ecosistemas donde florecen la creatividad, la colaboración y la productividad”, concluyó Durán. “En el Día Mundial de la Salud Mental, el mensaje es claro: cuidar a las personas no es solo lo correcto, es lo inteligente. Y en el sector TIC, donde el talento humano es el activo más valioso, ignorar esta realidad ya no es una opción”.
