El mundo es híbrido. Sin embargo, tener varias infraestructuras plantea desafíos de monitoreo, visibilidad, control de costos, seguridad, cumplimiento y resiliencia. En entornos multicloud uno de los puntos críticos es que los proveedores de nube por sí solos usualmente proporcionan herramientas excelentes para su propio servicio, pero no para todo el ecosistema mixto de las organizaciones y, si a esto le sumamos que las empresas utilizan la nube junto con infraestructuras propias (on-premise), la necesidad de evolucionar se vuelve imperiosa, por lo que es crítica la implementación de una observabilidad total, o full stack observability, por su concepto en inglés.
Del monitoreo reactivo a la observabilidad proactiva
En el pasado, las organizaciones dependían de herramientas de monitoreo aisladas, enfocadas en detectar caídas o alertar cuando un servicio superaba ciertos umbrales de carga. Ese enfoque, aunque funcional, resulta insuficiente frente a arquitecturas dinámicas basadas en microservicios, contenedores y múltiples nubes.
La observabilidad total adopta un enfoque proactivo y predictivo. Se basa en tres pilares: métricas, logs y trazas, integrados mediante analítica avanzada y capacidades de inteligencia artificial (AIOps). El objetivo ya no es solo detectar incidentes, sino entender por qué suceden, cómo prevenirlos y cómo optimizar el rendimiento antes de que el usuario lo perciba.
El desafío del entorno híbrido
El problema de fondo es la falta de visibilidad en infraestructuras cada vez más dispersas. Gartner predice que el 90% de las organizaciones adoptarán un enfoque de nube híbrida hacia 2027. Esto significa que los datos, las cargas de trabajo y los sistemas críticos se encuentran distribuidos en distintas plataformas y, en muchos casos, bajo diferentes modelos de gobernanza.
Esto complica la detección de fallos, encarece la operación y dificulta la respuesta ante incidentes. Los equipos de TI terminan reaccionando ante síntomas sin entender las causas, y los costos se disparan por falta de información integrada.
La observabilidad total implica que la solución permita visibilidad completa, despliegues híbridos, capacidades de auto-descubrimientoby habilidad de detectar anomalías anticipadamente, de acuerdo con lo que apunta la consultora Gartner.
El nuevo mapa de la observabilidad
La observabilidad también se ha convertido en una herramienta de gestión financiera del entorno tecnológico. De acuerdo con diversas fuentes, las empresas que integran observabilidad en sus procesos de gestión de TI logran reducir en promedio 30% los costos ocultos de operación y hasta 40% los tiempos de resolución de incidentes. Esa relación directa entre visibilidad y eficiencia explica por qué los CIO la están colocando en el centro de sus estrategias para 2025 y más allá.
La observabilidad se ha convertido en una pieza fundamental para garantizar la continuidad de negocio y la experiencia digital del cliente. Sin visibilidad total las empresas quedan expuestas a fallas que pueden afectar operaciones críticas y generar pérdidas económicas y reputacionales.
Resultados y riesgos
Una vez que se está consciente del requisito evolutivo antes mencionado, podemos esperar que los beneficios incluirán: resiliencia y continuidad. Al minimizar los efectos de fallas, ataques o interrupciones se podrán optimizar los costos, ya que se evitan facturas sorpresa en la nube; se mejora el uso de recursos y se eliminan redundancias, además de entender dónde es mejor ejecutar ciertas cargas de trabajo Se logra una mayor seguridad por el cumplimiento y gobernanza en aspectos regulatorios, ya que estos exigen trazabilidad, auditorías y control de datos.
Ahora bien, no todo es miel sobre hojuelas, por lo que existen retos importantes, como la consolidación de métricas, logs, la interoperabilidad, compatibilidad y latencia, así como una posible sobrecarga de datos y la operación de licencias.
Para los tomadores de decisiones el adoptar una estrategia de observabilidad total no es un lujo: es una pieza fundamental para asegurar continuidad operativa y capacidad de innovación. Hacerlo bien supone inversión técnica, organizacional y cultural, pero el retorno en términos de resiliencia, agilidad y ventaja competitiva es considerable.
Por: Peter Kroll, Country Manager en México de Novacomp.
